Cardíaco.

jueves, 11 de septiembre de 2008

...era entonces tal la belleza de esta silueta, que volteé la mirada hacia el alrededor. Me encontré en un ambiente repleto de vacío, de una completa blancura, que en su total pulcridad me brindaba una sensación de terror más que de paz; causaba dolor en mis huesos. Estupefacto y atemorazido giré mis ojos más rápido que mi cuerpo para enfrentarme nuevamente a aquella figura, y esta vez pude ver. Con claridad se presentó ante mi un alma lleno de bondad, desbordando caricias que se acabarían, sobrado de cariño.
Quizás debí haber deseado; quizás fue ese el momento en que el terror se apoderó de mi.
Pude sentir el pulso realentizándoce, la última ráfaga de oxígeno. En un último feliz grito agónico, enmudecida terminó mi existencia.

Impregnada en mi retina, una foto de mi amada.

Publicado por WHP en 3:37 0 comentarios